viernes, 5 de enero de 2018

Tenth principle

El décimo y último principio de la economía tiene mucha relación con el noveno principio, nos menciona que la sociedad enfrenta a corto plazo una disyuntiva entre la inflación y el desempleo. Aun cuando a largo plazo el principal efecto de un incremento en la cantidad de dinero es el incremento de los precios, a corto plazo su efecto es más complejo y controversial. La mayoría de los economistas describe los efectos a corto plazo de un incremento de dinero de la siguiente manera: En la economía, un incremento en la cantidad de dinero estimula el nivel total de gasto y, por ende, estimula también la demanda de bienes y servicios.

Con el tiempo, un incremento en la demanda puede ocasionar que las empresas incrementen sus precios, pero antes de que esto suceda, este incremento en la demanda estimula a las empresas para que produzcan más bienes y contraten más trabajadores.
Un incremento en el número de trabajadores contratados reduce el desempleo. Este tipo de razonamiento lleva a la economía, a corto plazo, a enfrentar una disyuntiva entre inflación y desempleo.

Aunque algunos economistas todavía cuestionan estas ideas, la mayoría acepta que, a corto plazo, la sociedad enfrenta una disyuntiva entre inflación y desempleo. Esto significa que, en un periodo de uno o dos años, varias de las políticas económicas influyen en la inflación y el desempleo en sentidos contrarios. Independientemente de que los niveles de inflación y desempleo sean altos, o algo intermedio, las autoridades económicas enfrentan esta disyuntiva. A corto plazo, la disyuntiva entre desempleo e inflación desempeña un papel clave en el análisis del ciclo económico, el cual consiste en fluctuaciones irregulares y en gran medida impredecibles de la actividad económica, medida ésta por la producción de bienes y servicios, o por el número de personas empleadas. 

A corto plazo, los diseñadores de políticas económicas pueden explotar esta disyuntiva utilizando diversos instrumentos. Pueden cambiar, por ejemplo, la cantidad que gasta el gobierno, el monto de los impuestos, la cantidad de dinero que se imprime; en fin, que dichas autoridades pueden influir en la demanda global de bienes y servicios. Los cambios en la demanda, a su vez, influyen en la combinación de inflación y desempleo que la economía experimenta a corto plazo. Debido a que estos instrumentos de política económica son muy poderosos en potencia, la manera en que los diseñadores de las políticas económicas deben usarlos para controlar la economía, si acaso deben usarlos, es tema de incontables debates.

Supongamos que, en el año 2016, el costo de algunas de las cosas que comúnmente consume una familia era el siguiente: Alimentos = S/. 3.200, salud = S/. 1.000, vivienda = S/. 2.000, educación = S/. 2.500, vestuario = S/. 200, actividades de entretenimiento = S/. 300, transporte = S/. 500, otros = S/. 300. En total, al final del año 2016, esta familia gastaba en todas estas cosas S/. 10.000
Llegado el año 2017, el costo de estas mismas cosas era el siguiente: Alimentos = S/. 4.000, salud = S/. 1.500, vivienda = S/.2.500, educación = S/. 2.800, vestuario = S/. 200, actividades de entretenimiento = S/. 400, transporte = S/. 600, otros = S/. 300. En total, al final del año 2017, esta familia gastaba en todo esto: S/. 12.300

Según esto, en el año 2017, esta familia debía gastar S/. 2.300 soles más de lo que gastaba en 2016 para comprar la misma cantidad de los mismos bienes. Lo que sucede es que el nivel de precios de estos bienes aumentó S/. 2.300 soles con respecto al año 2016, lo que representa un aumento del 23% en los precios entre el final del año 2016 y el de 2917. A este aumento porcentual en los precios se le llama inflación.


La reducción de la inflación provoca un aumento temporal de desempleo. Este intercambio se denomina Curva de Phillips en honor al economista quien examinó por primera vez esta relación. La mayoría de economistas aceptan la idea que existe una disyuntiva a corto plazo entre la inflación y desempleo. Una disminución de ventas ocasiona a las empresas a despedir trabajadores. Para analizar la disyuntiva los economistas analizan los gastos del estado, los impuestos que recaudan por tanto la política económica influyen a corto plazo en la combinación de esta curva.

Eco. Dany Hoyos Pascual.

jueves, 4 de enero de 2018

Ninth principle

Con el noveno principio daremos una repasada a la historia de hechos económicos que nunca más deben repetirse y es que al referirnos de este principio es importante hablar de la inflación, cuyo fenómeno de desequilibrio entre los bienes y servicios que los habitantes de un país desean comprar y lo que el país puede producir, se manifiesta en el alza del valor de las mercancías, para desembocar en un proceso continuo y progresivo de alteración de precios. Debido al cambio de valor de la moneda que lo acompaña, se cree que la inflación es igual a la devaluación, pero no es así ya que son fenómenos distintos.

Las principales causas de la inflación son por el consumo exagerado de la población, sobre todo cuando ésta cambia de hábitos de consumo y exige bienes que no hacen en el mercado y tampoco se producen el país, esta clase de consumo motiva cambios de precios.
Cuando las empresas invierten mayormente en bienes de poca salida o realizan gastos cuyas ganancias tendrán demora en recuperarse, caso éste que trastoca la inversión en la producción y favorece la inflación. También se da al realizar el estado de gastos sin planificación, ni tener en cuenta la capacidad productiva del país, caso muy frecuente en nuestro medio por el afán proselitista de los miembros del partido gobernante, esta situación de un país sin rentas estatales, favorece el proceso inflacionario.

Volviendo al detalle de la historia durante el gobierno de Belaúnde dejó al país en una profunda crisis económica. Las inversiones habían caído de 21,2 % del Producto Bruto Interno (PBI), en 1982 y un 12,2 % en el año de 1985. En 1982, la economía peruana no creció y, en 1983, el crecimiento fue negativo: -12,2 %. Esto quiere decir: Si, en 1980, el ingreso per cápita era de 1,232 dólares por peruano, en 1985 llegaba tan sólo a 1,050 dólares. El desastre económico del gobierno de Belaúnde se debió, principalmente, a una caída de precios de productos que Perú exportaba (cobre, plata, plomo, café). Desde 1982, el gobierno de Belaúnde se había sometido a un "programa de ajuste" del Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el FMI, el principal problema del Perú era el déficit fiscal. El déficit se debía a que el Perú gastaba más en lo que importaba que lo que ganaba con sus exportaciones. Para contrarrestar el déficit fiscal, el FMI obligó al gobierno de Belaúnde a reducir el presupuesto del Estado, a incrementar las tarifas públicas y a devaluar la moneda nacional, el sol, y como ya sabemos la devaluación frena las importaciones: Cuanto menos vale la moneda, más hay que gastar para importar un producto x. Las medidas del FMI, llamadas ortodoxas, ocasionaron una fuerte recesión (contracción de la demanda) que repercutió en el bolsillo de los ciudadanos. Ya hemos visto que el ingreso per cápita cayó significativamente: 14,8 % para ser exactos. El aumento de tarifas públicas e impuestos empobreció aún más a los ciudadanos. Esto constituyó un círculo vicioso que terminó empobreciendo también al Estado puesto que el ciudadano que es pobre consume menos y cuanto menos consume, menos impuestos paga.

Aunque en 1985 el déficit del sector público sólo había sido del 2,7 % del PBI, el nivel más bajo desde 1979, en 1986 una vez más llegó al 5,1 %. Esto no se debió a un aumento del gasto.
El primer gran problema fue que a pesar tener fama de ser una administración despilfarradora y populista, el gasto total (corrientes e inversiones) del sector público cayó del 49 % del PBI, en 1985, al 29 %, en 1986. Sin embargo, los ingresos corrientes totales también cayeron, del 46 % del PBI, en 1985, hasta 33 %, en 1986.  El segundo problema consistía en que, después del gran crecimiento de 1986, la capacidad productiva de la modesta industria nacional estaba llegando a sus límites. Hacían falta inversiones para instalar nuevas capacidades y así continuar con la reactivación. Para ello, era necesario recurrir a inversiones y préstamos extranjeros. El tercer problema, era que la balanza comercial volvió a ser negativa hacia fines de 1986. Con la reactivación económica y el alza de sueldos, el Perú volvió a incrementar sus importaciones mientras que las exportaciones seguían siendo bajas. En diciembre de 1986, las reservas internacionales del Perú llegaban a 870 millones dólares comparados con 1,400 millones en marzo del mismo año. Esta falta de liquidez se debió, también, a que el Estado pagó a sus deudores bastante más que ese 10 % que García había anunciado, con bombos y platillos, el 28 de julio de 1985.

Finalmente, la poca confianza de la ciudadanía en el modelo económico de García condujo a que, hacia fines de 1986, muchos cambiaron sus intis por dólares temiendo - y, al mismo tiempo, originando - una devaluación del inti. El 28 de julio de 1985, Alan García tuvo dos opciones: Continuar con el programa ortodoxo del FMI o probar una receta distinta, heterodoxa. En vista de los serios problemas en los últimos años, se esperaba un cambio de curso y de hecho fue así. Pero éste terminó siendo muy radical. El programa heterodoxo era fundamentalmente un programa estabilizador, que a su vez intenta una política económica consistente para disminuir la inflación a cero con neutralidad distributiva. En su discurso a la nación, García atacó al FMI. De ahora en adelante, anunció García, el pago de la deuda externa se limitaría al valor equivalente al 10 % de las exportaciones peruanas. 

Alan García creía que la inflación no se debía a una falta de oferta, sino más bien a que el Estado se había visto obligado a subir el precio de bienes y servicios básicos (en especial el de la gasolina) para pagar la deuda ya que: La existencia de un gran exceso de capacidad instalada en la industria peruana era en sí indicativo de que la demanda no era el problema. El Perú había sufrido en 1983 la peor recesión que se recordara, pero la inflación, en vez de caer, se había acelerado
A través de la reactivación de la economía nacional se esperaba salir de círculo vicioso heredado por Belaúnde y entrar a un círculo virtuoso: A más crecimiento económico, más recaudaciones tributarias. A más recaudaciones tributarias, más posibilidades de cubrir el déficit fiscal.
Hoy en día gozamos con la inflación dentro de los parámetros establecidos por el BCRP: 1,36 % en 2017, la más baja desde 2009, con una tasa promedio mensual de 0,11 %, según informó el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).


Eco. Dany Hoyos Pascual.

Tenth principle

El décimo y último principio de la economía tiene mucha relación con el noveno principio, nos menciona que la sociedad enfrenta a corto pla...